sábado, 24 de enero de 2009

Niño Impertinente

Niño Impertinente tiene la fea y molesta costumbre de meter el dedo en el culo a todo el mundo. Su maestra ha hablado con el psicólogo del colegio quien ha hecho llamar a los padres del niño para una entrevista. Sólo ha acudido la madre porque el padre tiene la agenda muy ocupada. Tras la entrevista y algunas notas que ha tomado, el doctor ha diagnosticado que la conducta del niño la ha aprendido de su padre, quien se pasa todos los días del año metiendo el dedo en el culo a mucha gente. “Pues en casa no hemos notado nada extraño en su comportamiento” había dicho la madre al psicólogo. Pero en distintas ocasiones el padre había llevado a Niño Impertinente a varias de sus reuniones de empresa en donde había presenciado cómo su progenitor le metía el dedo en el culo a asesores, directivos, colaboradores y secretarias, varias veces a lo largo de la reunión. El padre del niño, pensó el psicólogo, debe de ser un pez gordo. Niño Impertinente también había observado en el palco presidencial del estadio de fútbol, cuando lo había llevado su padre, cómo éste repetía aquel singular ritual con el presidente del club local, con algún periodista y con el alcalde de la ciudad que, casualmente, pasaba por allí. Lo mismo en reuniones informales en la casa de comidas habitual el niño había advertido cómo se metían mutua y a veces simultáneamente el dedo en el culo su padre, el presidente de la comunidad y el arzobispo.
El psicólogo tuvo varias sesiones con Niño Impertinente para intentar modificar aquella conducta tan desagradable pero no encontró los resortes precisos para dar con una solución satisfactoria.
Un día Niño Impertinente dejó de meter el dedo en el culo a los demás. Fue el día en que, en el recreo, un niño cansado de tanta tontería le introdujo un zapato en el culo a Niño Impertinente preguntándole: “¿A que molesta que alguien intente joderte todos los días con sus gilipolleces?”. Luego se lo quitó y se lo dio a oler. Ipso facto, con dos lagrimones resbalándole por el rostro, se percató de lo incómodo y violento que es que alguien te meta el dedo en el culo.